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viernes, 24 de mayo de 2013

¿Existe el alma? Y si existe, ¿cuánto pesa el alma?


maquina de pesar el alma

Esta tarde he leído un artículo, a simple vista, curioso: pero creo que hay un trasfondo que va mucho más allá. El artículo se titula: “La máquina para pesar el alma que se convirtió en detector de mentiras”. Abajo dejaré los enlaces para quien quiera echarles un ojo.




Suerte que este blog de “arte” sea mío y pueda estirar el contexto como quiera. 



¿Qué sería el arte sin el alma? (Ja, ja) Simplemente no sería. Aunque en el tema de las musas y la inspiración, crea en ellas y, sin embargo, esté de acuerdo con Picasso y cuándo lleguen prefiero que me pillen trabajando, en el tema del alma soy menos ecléctica. Esa cerrazón mía me obliga a creer que sin alma no hay trabajo por más que uno trabaje y por más que las musas quieran.



En el artículo se dice que el alma pesa 21 gramos -en este momento, todos nos acordamos de la película y nos escalofriamos de los ojos trágicos de Benicio Del Toro-; la teoría es muy simple: si el alma existe, por lógica, debe tener una masa y si la tiene, se podrá pesar en una balanza. Ya sé que suena muy ingenuo. Pero demos un poco de cuartelillo al doctor Angelo Mosso, que en el siglo XIX ideó una “máquina para pesar el alma”, o eso creía él. 



Si echamos la vista atrás, veremos que en la historia del Mundo hubo y hay, para bien o para mal, muchos italianos “locos” que dejan y dejaron una fuerte impronta, véase: el mismísimo Leonardo, Bocaccio, Marco Polo, Giacomo Casanova, Al Capone, Lucky Luciano, Aldo Moro, Rocky Marciano, Mussolini … Silvio Berlusconi, etc. Pues bien, creo que el tiempo hará un sitio entre ellos a Angelo Mosso. Intentando descubrir la relación entre la función cerebral y el flujo sanguíneo, creó tan singular artefacto. 



En esencia, era una gran balanza con dos pivotes: uno a la altura de los pies y el otro, a la altura de la cabeza. La balanza se ajustaba de modo que las dos partes quedaban perfectamente equilibradas; si la actividad mental causaba un aumento del flujo sanguíneo cerebral, se reflejaría en el peso de la cabeza en relación con el resto del cuerpo, y la balanza se inclinaría para ese lado.




La teoría del Dr. afirmaba que el flujo sanguíneo en el cerebro variaba según la actividad realizada (si se leía el periódico, el cerebro conseguía más peso que si no se leía nada, y si era un libro de filosofía, el desequilibrio era mayor… Admito que aquí, casi llamo a Houston, avisando del problema). 



Llegados a este punto, si aun confiamos en el buen Dr., tendremos que aceptar que de la misma manera que se mide un cuerpo con actividad cerebral, se podría medir también sin ella (en absoluto me refiero, o sea, muerto). Ese sería el peso del alma, 21 gramos



Para corregir los resultados no válidos por cosas tales como: el movimiento de la cabeza, la respiración y el pulso, Mosso incluyó en su máquina una serie de esfigmógrafos (el primer dispositivo “no intrusivo”) para registrar el flujo de sangre en la mano, el pie y los movimientos del tórax. El artilugio estaba conectado a una pluma que hacía un seguimiento gráfico de los datos en una hoja de papel que avanzaba pegada al tambor de un cilindro… ¡TACHÁN! 

cerebro

Por azar, como todos los grandes descubrimientos, como Colón que se fue sin saber adónde iba y volvió sin saber dónde había estado; como el fuego, que no sé sabe pero todos imaginamos cómo; como la rueda redonda, porque estoy convencida de que la inventamos cuadrada y por el lógico desgaste, descubrimos el verdadero descubrimiento; de igual forma, Mosso había creado el detector de mentiras o polígrafo, un sistema que llegaría a ser admitido por los tribunales como prueba válida, convirtiendo a este fisiólogo italiano en uno de los padres de la Criminología. 

angelo mosso3
El tiempo ha validado gran parte de su descubrimiento. Ya sabemos que el cerebro se mueve por impulsos y estímulos, lo que no me convence es lo del peso. 21 gramos es nada. Podía ser un pico erróneo de aire, o de fuerza por falta de latido, o tantas cosas… Entre ellas está la posibilidad de que realmente pese eso. Pero tal posibilidad solo abre nuevos interrogantes: ¿todas las almas pesan lo mismo?, ¿es posible eso?... 

Yo creo en el alma pero pesar el alma me parece tan descabellado como medir el amor, la culpa o el rencor. Ahora introducir el lema del blog (arriba a la derecha), me viene de perlas: 

Las cosas más importantes de nuestras vidas son cosas invisibles: el amor, la amistad, la alegría, la paz, etc. Estas cosas no están sujetas al cálculo humano, no se pueden comprar con dinero, no pueden ser capturadas por la fuerza o la astucia, y no se pueden someter a voluntad alguna. 





Artículo: La “máquina para pesar el alma” que se convirtió en detector de mentiras.
Fuentes y fotos:
Weighing brain activity with the balance: Angelo Mosso’s original manuscripts come to light (PublMed),
A Machine to Weigh the Soul (Discover)
Brief History of the Polygraph.


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